Hace años, leía una reflexión profunda acerca de las apropiaciones que las artes en general hacen de la innovación tecnológica (Philip Ball 2003). Es decir, cómo la creación artística se sirve de los nuevos y más flamantes progresos tecnológicos para jugar y experimentar con ellos y el resultado revolucionario que ello implica culturalmente. Este concepto me ha acompañado a lo largo de mi camino a veces como una simple reflexión acerca del proceso creativo y otras veces como un concepto más abstracto o metafísico que ahora intento comprender… Un pequeño, fortuito e inocente acto de pintar camisetas, en la década de los 80 trasciende a una manifestación que inunda nuestro presente. La sobresaturación actual no resta valor a este soporte artístico. Grandes iconos entronizados y artistas olvidados lo han utilizado en diversas expresiones gráficas… serigrafía, pinceles y rotuladores, aerografía… han teñido camisetas llevando esta expresión efímera a un esplendor callejero. Hoy por hoy, las grandes multinacionales han permitido a diseñadores anónimos estampar nuestros pechos de lemas, aforismos, proclamas quizás de un contenido vacío debido a su descontextualización… 

La suerte y la desgracia de estas piezas artísticas sobreviene de su carácter efímero… hoy por hoy, no es posible encontrar imágenes de camisetas originales pintadas por jean-michel basquiat o  de la adolescencia de alguien tan contemporáneo como miquel barceló… más allá de productos conmemorativos o meramente inspirados a terceras persona, no hay rastro de tales producciones. Imagino la carga emocional que hoy día podría soportar el vestir una camiseta original pintada por alguno de los susodichos. Pero lejos de todo fetichismo, la camiseta, después de todo, se ha convertido en una pieza insustituïble de nuestros armarios